Soy una delincuente

Creo que me he convertido en un@ delincuente.

Desde hace tiempo trato de secuestrar momentos de la conciencia que me sorprenden y con ellos atrapar los sentimientos que escondidos afloran en las tardes de otoño, en las noches.
Y me sorprendo agazapad@ pretendiendo capturar pretensiones subliminales y que no se conviertan en utopías.
Espío, persigo y vigilo huellas que desaparecen anhelando que mis pasos no se equivoquen una vez más.
Como delincuente ando sigilos@, descalz@, con los pies húmedos y ávidos de camino buscando las sonrisas olvidadas y los corazones sinceros.

Porque me niego a recibir el desprecio cual condena perpetua de los seres huecos y volubles. Su falta de lealtad.
Porque tal vez sea mi delito el más lícito de todos, no queriendo perecer en el ángulo entrante de algún cementerio, no de los libros olvidados, sino, más bien, en el del alma abandonada.
Porque la represión de las mentiras suena en sus ojos observantes y golpea como un látigo, no es ese acaso el cuerpo del delito?
Por ello continúo errante con el deseo vehemente que no hayamos perdido la capacidad de amar y que la razón comulgue con el co-razón.