Mis libros

Hace un rato estaba pensando en mis libros.

No trato de dar una imagen de cultureta ni caer en la pedantería...soy una persona normal que lee lo que le gusta y lo que le apetece. Y lo más importante aún, cuando puede.

Pues sí pensaba en mis libros, pocos o muchos no lo sé pero importantes. Tal vez porque cada uno de ellos alberga una historia y con ella un momento. Unas compañeras de vagón de cercanías, camino de Madrid, otras fieles parejas de almohada y noches de luz tenue.

Encima de la tele y en los lados, sobre sendas estanterías ahí están. Inamovibles , con su sabiduría en silencio, sus persecuciones, sus besos, sus sorpresas y sus capítulos.

Poco a poco los fuí apilando debajo de la mesa, uno tras otro, sobre la alfombra y con la pereza de no subirme a la escalera para depositarlos, otra vez, en las baldas de madera maciza. Al final me acabó gustando verlos debajo del cristal esparcidos haciendo formas diferentes. Me pareció original y así de lejos decía bonito. Le daba cierto toque bohemio de amago de biblioteca, esa que siempre quise tener...Y alguno de ellos me miraba recordando su importancia y aquel pasaje tan interesante.

Y no sé ciertamente si yacen o suspiran soñando que abres sus páginas otra vez...

Siempre recuerdo alguno como muy especial por la manera de abstraerme de la realidad, de levantar la pierna y entrar en sus líneas como el que se cuela en un jardín.

La Cancion Desesperada de Pablo Neruda, que leído y releído tantas veces, con los ojos entreabiertos cayendo en brazos de morfeo y que nunca me canso de volver de repetir cuando se que el sueño no me va a dar más que para un par de páginas...y La Sublime Puerta de historia novelada por su precioso y duro argumento y sus precisos datos históricos.

Compañeros de viaje, de esperas y de noches sin dormir.

Va por ustedes.

p.d. háblame de los tuyos!