Hoy caminando por el bosque, mientras las tamujas crujían bajo mis zapatillas, he seguido un sendero. Un sendero desconocido, un camino estrecho,cálido. Según he ido entrando, he notado una vieja sensación, un tacto agradable que iba palpando mis sentidos, rozándolos, silbándoles al oído.
Sin querer algo me ha llevado hacia adentro, en la espesura, donde la luz cada vez era más tenue y podía percibir el color y el calor. Despacito mis pestañas han descendido y mis párpados lentamente se han rendido, entregados a tan dulce sensación.
Cada poro, cada milímetro de piel,ha recibido pausadamente el sinfín de sensaciones y mi boca entreabierta ha saboreado de todas ellas.
Cuando he mirado al suelo mis pies, en el aire, a medio metro, se encontraban flotando ligeramente como una hoja descendiendo en el otoño que se posa con detenimiento.
No me he asustado porque mi mente ha reconocido los perfumes de ese lugar, esa luz y poco a poco se ha dejado empujar dentro esa orquesta.
El sendero ha finalizado y he descubierto tras los últimos árboles,un coro de violines vibrando, con aquella canción. Mis labios han esculpido la sonrisa, tímida, pequeñita, esa cuando te cuentan algo que ya sabes,cuando reconoces la música de aquel momento y tu cerebro ríe a carcajadas escondido porque nadie le ve.
He descubierto una sala, naranja, con ese naranja que tiene el sol del atarder, dos sillones verdes y una mesa camilla. Una tele pequeña,apagada. La luz emana de una lámpara de flores, con una gran tulipa, toda ella naranja.Enfrente una estantería de libros, pequeños,grandes, de todas las formas y tamaños. Aquí los sentimientos son naranjas, del color de un zumo fresco, del color del amor que para mí es naranja, del color del cariño, porque si la música es poesía y la poesía es música por qué los sentimientos no iban a estar coloreados.
Se siente el calor y el color del cariño, naranja.
Mis pupilas se van dilatando, se donde me ha traído el sendero, sigo sobrevolando la estancia, dando vueltas como en un carrusel que, ahora mismo, no quiero que se pare.
Siguen rebotando las notas en mis mejillas y en mi pelo, y la brisa provoca cosquillas en mi alma, también de color naranja.
La tulipa proyecta un círculo pequeño en el techo , cada vuelta lo rozo con los dedos y vuelvo a girar , las risas repiquetean en mi pecho. Quiero que me envuelvan que todo el festival se convierta en uno y me atrape para siempre.
En la esquina hay una aguja enhebrada por un hilo, ambos, van cosiendo las heridas que no se ven y vuelven a su costurero...de esta manera aqui todo principio tiene su fin y todo el fin es el principio.
Es acojedor, íntimo, suave..como las nubes de golosinas, como una descomunal en la que rebotas y vuelves a caer.
Conozco este sitio, he pasado aquí muchas noches...muchos días. Me alegro de haberlo encontrado de nuevo, sabía que algún volvería a verte.
En le lado izquierdo veo esa ventana, la calle y los tres álamos postrados donde siempre.Ahora mis pies van en esta dirección, seguidos de toda yo,traspasando la estancia y dejándola atrás, pero no pasa nada, me llevo el arco iris de sensaciones y la paz desmedida de los colores que la han habitado y me han habitado, que bien que sigan conmigo.
He aparecido en el sendero blanco y mis pies han continuado por la ruta, otra vez crujiendo con las zapatillas las tamujas del camino, cruj cruj,cruj,cruj, me he girado y los árboles han vuelto a su sitio escondiendo la vía secreta. Eso es, dejarlo así para que nadie lo vea, y pueda entrar cuando me apetezca, donde nunca dejaré de entrar.